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Cover Buzgalin A.V. El socialismo del siglo XXI Cover Buzgalin A.V. El socialismo del siglo XXI
Id: 17845
14.9 EUR

El socialismo del siglo XXI

160 pp. (Spanish).
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Summary

Este libro está dirigido al amplio círculo de personas que aprecian los valores de la democracia y del socialismo, que buscan vías de renovación de la teoría socialista y comunista, pero también es de gran interés para todos los interesados en comprender los problemas relacionados con la actual crisis del sistema socialista mundial. En el libro se exponen en forma clara y concisa las causas objetivas y subjetivas del fracaso de los sistemas socialistas... (More)


Índice
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Las lecciones de la crisis del "socialismo real" en la URSS (Palabras a los lectores de habla hispana)
Al lector
1La crisis de la práctica y de la teoría del socialismo
2El futuro comunista nace hoy
 § 1. El comienzo del tercer milenio y las premisas del comunismo: la humanidad en el camino hacia una nueva calidad de la producción social
 § 2. El comienzo del tercer milenio y las premisas del comunismo: las contradicciones de la enajenación y las perspectivas de la liberación del trabajo
 § 3. El comienzo del tercer milenio y las premisas del comunismo: la globalización de las contradicciones de la comunidad mundial y las premisas de un nuevo internacionalismo
 § 4. El comienzo del tercer milenio: rasgos básicos del comunismo naciente
3El socialismo: contradicciones, fuerzas motrices y estrategia de transformaciones
 § 1. El socialismo como época de transición
 § 2. La base social y las fuerzas motrices de las transformaciones revolucionarias
 § 3. La estrategia de las transformaciones socialistas: tareas y medios de solución
4Rusia en el mundo post-"socialista": las condiciones objetivas y la estrategia de lucha por el socialismo
 § 1. Desde el socialismo mutante hacia el capitalismo mutante: la esencia y el contexto global de las transformaciones en los países post-"socialistas"
 § 2. Rusia: la especificidad de los procesos de transformación y los escenarios del futuro
 § 3. La izquierda democrática de Rusia: orientaciones programáticas.
 § 4. Clasificación de las fuerzas de izquierda en Rusia y las tareas inmediatas de los partidarios de la renovación comunista

Las lecciones de la crisis del "socialismo real" en la URSS (Palabras a los lectores de habla hispana)
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El Autor escribió estas líneas en unas circunstancias más que inusuales: en enero del año 2000, en Cuba, sentado en el balcón de una antigua casa a cincuenta metros del océano...

La razón para que salieran a la luz estas pocas páginas fue el cortés asentimiento del científico cubano Dr. Pedro Luis Sotolongo. Espero que este libro sea publicado en Cuba y, quizás, también en algún otro lugar, pues actualmente casi una quinta parte de la población mundial habla español...

Este prefacio, sin embargo, lo dirijo ante todo a los cubanos.

Para mi generación, Cuba es mucho más que un pequeño país en el ámbito marino del Caribe. Es un símbolo de la posibilidad de vencer en la lucha por el socialismo en una pequeña isla ante las mismas narices de EE.UU., el gendarme mundial del siglo XX (y, por lo visto, de los inicios del XXI). Es un símbolo del romanticismo, de la creación, de la alegría, de la juventud.

En el invierno (o "verano", como este Autor quisiera, sinceramente, escribir: sol, palmas, un cálido océano, la no obligatoriedad del saco y de la corbata incluso para una reunión en el CC del PCC) del 2000, Cuba, por supuesto, estaba algo diferente. El continuado bloqueo de EE.UU. y, principalmente, la traición por parte de los poderes rusos (y escribo esto con amargura y dolor), han incidido en extremo negativamente en la economía, en la calidad de vida en Cuba, en sus posibilidades de avanzar por el camino del socialismo. Comprendemos esto como ningún otro y por ello nosotros, científicos socialistas y comunistas, nos dirigimos a ustedes, ciudadanos de Cuba, con un grito salido del alma: no repitan nuestros trágicos y criminales errores, intenten (si se los permiten las condiciones objetivas) marchar por este delgado filo de la navaja, utilizando casi la única de mil oportunidades para avanzar por el camino del socialismo, elevando la eficiencia de la economía y, lo más importante, formando activamente al nuevo hombre libre, creador.

* * *

La primera lección de la desmoronada URSS está relacionada, por lo visto, con que no valoramos suficientemente la profundidad de la putrefacción pequeño-burguesa tanto de la mayoría de la población como de la cúpula del PCUS. La construcción del "socialismo desarrollado" estuvo abanderada por la agudización de dos poderosísimas contradicciones.

Desde abajo surgió un conflicto entre el "déficit económico" y las aspiraciones de una población con proclividad al pancismo, al crecimiento del consumo utilitario: creamos una mezcla monstruosa, una "sociedad de consumo" sin... objetos de consumo. En pocas palabras (y, por consiguiente, sin mucho rigor científico) yo diría: a la URSS la mataron las filas.

Arriba la descomposición era aún más fuerte. Una nomenclatura que se había separado de los trabajadores, no controlada por ellos, se convirtió en un estamento aislado (a semejanza de una aristocracia feudal), que vivía encerrada en sí misma, que usufructuaba enormes privilegios, que dirigía al país principalmente con el objetivo de fortalecer su poder, pero (debido a su burocratismo) de manera en extremo ineficiente. Y si la vieja generación de la nomenclatura aún estaba atada por algunos"prejuicios", en cambio los jóvenes de rango medio (del tipo de Gaidar y compañía) de la nomenclatura crecieron extremadamente cínicos. Soñaban con cambiar el poder por la propiedad y por el capital, en ello estaba su interés objetivo y subjetivo (como capa particular de una nomenclatura mezquina). Tenían que traicionar al socialismo, y lo traicionaron.

He aquí por qué, repito, la primera causa del derrumbe de la URSS y de los retoños de socialismo en nuestro país (el callejón sin salida del "socialismo-gulash") fueron la índole pequeño-burguesa y el conformismo de la mayoría de la población, y como un alter ego de ello, la transformación de la dirección del PCUS, del estado, en una nomenclatura aislada de los trabajadores, como consecuencia de su deformación pequeño-burguesa y de su aspiración al trueque de privilegios semilegales y de poder usurpado por propiedad y capital reales.

Por qué se dio dicha situación en la URSS es una cuestión muy compleja. Yo intenté dar una respuesta proponiendo la hipótesis del "socialismo mutante", desarrollada en este libro. Ahora subrayo: ante los camaradas cubanos está planteado un complejísimo problema (y, por lo que parece, están completamente conscientes de ello), que recuerda al que se le planteaba a la URSS en el período de la NEP, cuando al país, después de una destrucción monstruosa, y en condiciones de aislamiento internacional, le era necesario avanzar hacia el socialismo. El problema consiste en ?`cómo permitir el desarrollo objetivamente necesario del mercado (y, por lo tanto, el desarrollo de la polarización social, del fetichismo mercantil, de la aspiración de la población a la propiedad privada y al consumo utilitario), y, además, garantizar una dirección profesional y eficiente (en todas partes, en los hoteles, en las empresas, en el estado) y conservar el socialismo?

Nosotros no pudimos resolver ese problema; primero la NEP se deformó hacia el estalinismo, después el estancamiento briezhneviano acabó en el "yeltsinismo".

?`Cómo evitar nuestros criminales errores? Me arriesgo a proponer no un consejo (no tenemos una buena base para dar consejos), sino una hipótesis.

* * *

La segunda lección del derrumbe de la URSS consiste, desde mi punto de vista, en que buscamos los fundamentos del éxito del socialismo allí dónde no se debía, vinculándolos a la propiedad estatal, a la planificación estatal, al poder de la cúpula del PCUS, en esencia (tanto en teoría como, principalmente, en la práctica), las bases reales del socialismo en la URSS fueron asfixiadas: la creatividad viva del pueblo (teóricamente yo la llamaría la `creatividad social asociada') y una democracia de base (desde abajo) que se desarrollara hasta la autogestión. Las llaves de la victoria del socialismo no son la ausencia de poder ni la anarquía; no son la dictadura de la nomenclatura ni el totalitarismo ideológico, sino la autoorganización desde abajo y el poder popular.

Si amplias capas de ciudadanos, de hecho, participan constantemente en la contabilidad, en el control, en la toma de decisiones en todos los niveles (desde las brigadas y las distinciones honoríficas, hasta el país como un todo), incluyéndose en la actividad social de las organizaciones de mujeres, sindicales, etcétera, entonces los ciudadanos, en la práctica, se sentirán dueños de su país y ése es el único antídoto contra la deformación pequeño-burguesa.

En relación con esto, no puedo no subrayar que no se puede crear y mantener el socialismo exclusivamente con ayuda del entusiasmo; pero sin entusiasmo, sin optimismo creativo por parte de la mayoría de los trabajadores, llenos de una alegre y vital energía de innovación social (la construcción de ciudades y la creación de nuevas formas de vida social), sin la inclusión masiva en la cultura, el socialismo no puede ni nacer ni vivir. Si existe este optimismo en la sociedad, nadie vencerá sus tendencias socialistas. Si esta energía se apaga, el socialismo se asfixia, incluso en condiciones favorables.

Es más, el ser partícipe de la creación conjunta de su vida (en asociaciones abiertas voluntarias y no formal-burocráticas, como en la URSS, lo que por cierto es especialmente importante) despierta en el hombre la atracción hacia la auténtica cultura, hacia la educación, genera una demarcación respecto a la cultura de masas (acoto entre paréntesis un aspecto muy importante: la cultura de masas es uno de los enemigos más peligrosos del socialismo, pero no se la puede prohibir; sólo se la puede expulsar por la vía (1) de la formación de la necesidad popular de una auténtica cultura (mediante la inclusión en la dirección, etcétera) y (2) del apoyo socio-estatal a esa auténtica cultura, especialmente prestando atención a todos los talentos, a los cuáles hay que querer y mimar como a un don de envergadura nacional).

La democracia y la autogestión de base (en el libro se detalla más el contenido de estos conceptos), el control y la contabilidad desde abajo, la ausencia de privilegios y de ventajas en la dirección del partido y del estado son, junto con aquello, condiciones absolutamente necesarias (aunque no las únicas) para evitar la separación del pueblo y el poder y la traición por tal poder a la causa de la construcción del socialismo.

Finalmente, sólo la creatividad social asociada (la posibilidad de autorrealización en una gran causa), democrática y voluntariamente organizada, que exige además un alto nivel de cultura y que proporciona respeto general por parte del pueblo, puede crear en la juventud el interés en la continuación de las transformaciones socialistas, crear inmunidad contra el consumismo y el acaparamiento.

* * *

La tercera lección del colapso de la URSS está vinculada directamente con las dos primeras: la creatividad social puede convertirse en una antítesis de la deformación pequeño-burguesa sólo cuando se basa en una alta eficiencia de la economía sin tornarse en una dictadura estalinista, en tarjetas de racionamiento y en una subordinación extra-económica (del tipo de los GULAGs, de la colectivización forzada, de la inscripción obligatoria, etcétera) de los trabajadores. Es un axioma. La cuestión está en cómo garantizar esto. El reinado del neoliberalismo al final del siglo XX generó el fundamentalismo del mercado; los relativos éxitos de las reformas en China convirtieron a casi todos los partidarios del socialismo en partidarios del mercado.

La experiencia del sistema socialista mundial (especialmente en Polonia, Hungría y otros países) muestra, mientras tanto, que el mercado es un mecanismo económico que está lejos de ser indiferente a los objetivos sociales; constituye un sistema particular de relaciones sociales en mucho contrario a los valores socialistas (la competencia, el aislamiento y la "privatización" del hombre, el fetichismo de la mercancía y del dinero, la diferenciación social, etcétera) y en sí mismo orgánicamente, debido a sus leyes internas, es generador de capitalismo.

Al mismo tiempo, los mecanismos post-mercado de coordinación (desde la contabilidad y el control popular generalizado, hasta la planificación y la autogestión democráticas) pueden ser utilizados, como mostró nuestra experiencia, sólo allí y cuándo, dónde y en tanto haya para su desarrollo una base material y social suficiente; dónde y cuándo garanticen una mayor eficiencia económica, y principalmente, social. De lo contrario, se deforman en centralismo burocrático y en voluntarismo. Marchar por el filo de la navaja entre la deformación del mercado y el burocratismo del plan. He aquí la tarea que nosotros no pudimos resolver.

Habiendo comprendido que el mercado es sólo uno de los medios necesarios (hasta cierta medida) –y, por cierto, muy peligroso si se sobrepasa esa medida–, es extremadamente importante determinar los objetivos y las prioridades de la estrategia. La URSS sólo en los años 20 y a finales de los 50-principios de los 60 pudo "apresar en sus velas el viento de la historia", apostando a un desarrollo aventajante (primero la electrificación y la revolución cultural, después la ciencia y la educación) orientado hacia una ofensiva en el sector más avanzado.

Ahora tal sector es el de las tecnologías informáticas y médico-microbiológicas y también la educación continuada, orientada al desarrollo de las capacidades innovadoras del hombre. Puede ser que esto parezca una ilusión romántica, pero al autor, durante sus cortos encuentros en Cuba (a pesar de lo limitado de la información que obtuvo) le pareció que este país tiene una oportunidad de realizar semejante estrategia. Esto es tanto más posible, cuánto que un salto hacia el futuro de nuestros camaradas cubanos, puede inspirar una ayuda desinteresada de miles de científicos –en Rusia y en otros países– que simpaticen con el socialismo y estén dispuestos a usar su talento trabajando gratis o por centavos, pero para una causa realmente grandiosa.

Y tal ofensiva hacia el ámbito post-industrial (con toda su dificultad de realización) es, precisamente, casi la única oportunidad para los países de "la periferia" (y Rusia también, actualmente, se convierte aceleradamente en tal tipo de estado), de escapar del gueto del atraso; y para Cuba, de superar (aunque ello pueda parecerle paradójico a los no familiarizados con ella) el déficit de carne y de leche, de energía y de automóviles. Y sin librarse del déficit –lo repito una y otra vez– no es posible avanzar por el camino de la creación socialista.

* * *

Mucho, mucho, de lo que quisiera expresar para advertir a los amigos para que no tropiecen con una piedra que les rompa la cabeza, no debe ser objeto de tratamiento en un prefacio. De todos modos no puedo no recordar dos aspecto más.

El primero: no se debe subvalorar el peligro del nacionalismo y del racismo. Esta plaga, casi inadvertible en condiciones normales, con la velocidad del rayo se transforma en una pandemia tan pronto como se debilita la inmunidad de la sociedad y la lucha enfocada contra ella. En condiciones de crisis de la sociedad el pancista se convierte con la velocidad de un relámpago en un racista nacionalista.

El segundo: el socialismo, a fines del siglo XX, perdió con el capitalismo incluso en el terreno de la teoría. Sin jugar hasta el final este "partido"; sin dar una explicación –suya– más precisa, con mayor perspectiva, de las leyes del actual mundo global, que las elaboradas por el liberalismo burgués y por el post-modernismo. Sin repensar dialécticamente (de manera positiva, que conservara lo positivo) y criticando al marxismo, sin crear una teoría del socialismo del siglo XXI, marcharemos como a ciegas, por el método de pruebas y errores y... perderemos.

Y es aquí precisamente que Cuba –un país que no ha abjurado de las ideas del socialismo– podría desempeñar el papel de centro de atracción y de acumulación del trabajo teórico de los socialistas y comunistas del mundo, contribuyendo a nuestros diálogos teóricos con su autoridad como sociedad que lucha en la práctica por el socialismo.

* * *

Y por último: esta edición y este prefacio contienen algunas correcciones no incluidas ni en la edición rusa (1996), ni en la japonesa (1998). Tengo la esperanza, repito, que ella esté dirigida a lectores no sólo de Cuba, sino también de España y de los países de América Latina, decenas de países dónde es bastante intenso el movimiento de izquierda. Si este libro, aunque sea en algo, muestra ser útil, interesante para ustedes, les estimula a polemizar, el autor estará verdaderamente feliz.

Espero vuestras críticas y observaciones.

Guanabo (Cuba)

Enero 20 del 2000.